Sergi, uno de los jugadores nos presenta a su personaje:
El Gran festival de
invierno, la Cuchipanda Padre, celebración donde se dejan a un lado los conflictos
entre las tribus ogras para dar paso a los conflictos entre líderes Déspotas en
el foso de menhires “dientefauces”. Durante la festividad en la que se comparte
el gran festín durante días, los ogros zanjan sus disputas en luchas
individuales con puños de hierro donde
solo se combate con fuerza bruta y se impone la ley y la razón del más fuerte.
Existen grandes historias de ogros que se han convertido en Déspotas de su
tribu tras desafiar, derrotar y comerse al suyo propio en el foso. Cualquiera podía
desafiar a quien quisiera, y ahí cometió Hrothgar su imperdonable error. Su soberbia
y ansia de poder le llevó a desafiar al más grande y temido de los suyos,
Grasientus Dienteoro, el soberano de los reinos ogros. El combate fue breve,
pues Hrothgar aguantó tan solo unos segundos en pie ante el inconmensurable
tamaño del rey ogro. Pero antes de que Grasientus le asestara el golpe final, unos
atronadores rugidos y la visión de un ogro no muy bien recibido expandieron la
conmoción. El profeta desterrado, Skrag, el Carnicero rodeado de sus poderosos
seguidores, las deformes y temibles gargantúas de las cuevas del gran pico Cobravidas,
iniciaron su venganza contra los que quisieron exiliarlos de las Montañas de
los Lamentos. El Gran festival fue interrumpido por una sangrienta escaramuza,
la mayoría de ogros huyeron, pues solo el nombre del confinado profeta les
causaba pavor. Los ogros que temían más la ira de su soberano que la del
carnicero se lanzaron sin dudarlo al combate. Y lo último que pudo ver Hrothgar
antes de perder el sentido fue una bestia gargantúa cayéndole encima tras la
embestida del mismo Grasientus.
Hrothgar recobró la
conciencia, estaba débil pero logró levantar la bestia caída y ponerse de pie.
Se sintió despojado de su orgullo al haberle sido perdonada la vida gracias a
la voluntad de las Grandes Fauces. Pensó que si regresaba a su tribu no sería
bien recibido y aunque se sintiera avergonzado, seguía vivo, y quería seguir viviendo,
de modo que saqueó los restos y los cuerpos que quedaban en la cumbre y partió
de las Montañas de los Lamentos hacia donde pudiera ver recobrado su orgullo y
renombre.
Pronto imágenes de dicho OGRO...
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